“6 de septiembre de 2021. Playa Chica. Es un día soleado con algo de viento. Marea baja subiendo. Hay marejada. Luna nueva… Salimos un lunes en camino a la playa Chica, nosotros y todos los demás chicos y profesores del Taller de Exploración Quintay. Vamos a explorar los pozos y a conocer todo lo que podamos encontrar”.
Hasta ahí, parte del registro de una de las bitácoras realizadas por una de las participantes en el proyecto “Exploradores de una embarcación entregada al viento”, iniciativa presentada a la categoría conocimiento local del concurso Ciencia Pública por la Junta de Vecinos Playa Grande de Quintay, con el fin de contribuir a la valorización del patrimonio biocultural de esta localidad costera de la comuna de Casablanca, en la Región de Valparaíso.
Fortalecer el sentido de pertenencia en el territorio y las relaciones entre las personas y los ecosistemas también formaban parte de los objetivos. Por ello, optaron por trabajar con estudiantes de entre 11 y 13 años de la Escuela Municipal San Pedro y usar metodologías de aprendizajes al aire libre basadas en conocimiento local y científico.
Ese era el plan inicial del equipo del proyecto, liderado por Javiera Espinoza Jara, académica de la carrera de Ecoturismo en la Universidad Andrés Bello. Sin embargo, el contexto sanitario asociado a la pandemia los obligó a hacer ajustes e incorporar talleres vía remota para abrir las posibilidades de participación de la comunidad, “aunque nunca renunciamos a la idea de reunirse presencialmente”, confiesa Javiera.
Lograron realizar 4 talleres remotos y 8 talleres presenciales, más una jornada de apoyo para hacer las entrevistas en la comunidad, y el resultado dejó a grandes y chicos muy contentos.
Desde la Junta de Vecinos, Eduardo Tironi, su presidente, comenta que “el proyecto vino como anillo al dedo para los deseos de destacar el valor patrimonial y turístico de Quintay”. Agrega que despertó inquietudes en los niños relacionadas con la geografía, ecología y biología del lugar donde viven”.
Salir del adultocentrismo
Quintay es conocido porque entre los años 1943 y 1967 funcionó una planta faenadora de ballenas, cuyas instalaciones fueron traspasadas a una fundación que promueve la protección de la vida marina y una cultura de respeto por el mar. La historia la saben sus habitantes; sin embargo, pocos han tenido la oportunidad de conversar con protagonistas de aquellas labores. Esa fue precisamente una de las experiencias de los participantes en los talleres.
“Los niños y las niñas conocen el entorno natural de su comunidad porque es allí donde sus familias trabajan, pero tuvieron la oportunidad de conocer y conversar con personajes emblemáticos de la comunidad”, dice la directora del proyecto y destaca que entrevistas como las realizadas al ex trabajador de la ballenera, a la recolectora de algas o al presidente del sindicato de pescadores, junto con conocer la experiencia, “les permite valorar ese conocimiento, al oficio y a la persona que lo realiza, porque la entrevistaron porque era una persona de la comunidad que realiza una tarea relevante”, acota.
Cada uno de los talleres y actividades se realizó en conjunto con profesores de la escuela y otros miembros de la comunidad, los que fueron invitadas a reuniones de diseño y aportaron desde el rescate del conocimiento y patrimonios locales, para actividades, dinámicas y juegos que se desarrollaron posteriormente con estudiantes para abordar en los distintos ecosistemas del territorio/maritorio.
Salidas al borde costero, navegar hasta la playa Las Docas y explorar las casas abandonadas fueron algunas de las actividades presenciales realizadas. Experiencias inolvidables que – señala Javiera- contribuyeron a generar lazos de confianza entre las y los participantes. “Es muy emocionante cómo la comunidad se abrió a compartir saberes y cómo logramos salir del adultocentrismo para generar conocimientos”, dice la directora.
Asimismo, destaca la preocupación permanente del equipo por generar un espacio seguro para que todas las voces sean escuchadas”. Un sitial aparte tiene en su lista de destacados, el compromiso de las y los profesores.
Participan como instituciones asociadas al proyecto la Universidad Andrés Bello, el Sindicato de pescadores Caleta de Quintay, las ONG Ayni, y Centro de Estudios para la Conservación de Ecosistemas Marinos.
Compartir los hallazgos
Utilizando diversos formatos el equipo del proyecto compartió con la comunidad los aprendizajes adquiridos. A través de un mapa colectivo las y los participantes ilustraron de manera gráfica los aspectos que consideran relevantes de su entorno; la “Mesa con muestra de las bitácoras” permitió conocer los aspectos que para cada uno fueron relevantes, pues allí estaban las anotaciones personales, gráficas y notas de los elementos que llamaron su atención durante las salidas a terreno.
Los relatos de las bitácoras se complementan con la exposición fotográfica de estudiantes que registraron algunas jornadas en la naturaleza. Hicieron un video con la intención de que quede un registro, en el camino salió la canción memoria biocultural, a partir de las experiencias de niñas, niños y jóvenes durante las jornadas. “Hay muchas ideas que no salieron de la directora del proyecto o encargado de contenidos, sino del colectivo”, destaca Javiera Espinoza.
¡El más sorprendido fui yo! dice Eduardo Tironi, al referirse a su experiencia con el proyecto. “No creo mucho en la sociología, pero el proyecto usó una metodología fantástica desde la primera sesión”, dice y destaca la sorpresa y el enorme compromiso de los niños y niñas que participaron.
Por lo mismo, invita a otras juntas de vecinos a estar atentos a este tipo de convocatorias. “En todo lugar existe un patrimonio que descubrir, que este tipo de proyectos ayuda a reconocer”, dice el dirigente vecinal y desde ya anticipa “vamos a estar ahí”, pensando en la próxima convocatoria del concurso.
Para saber más
Video “Exploradores de una embarcación entregada al viento”